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¿Existe una parte «fantasmal» en el ser
humano capaz de sobrevivirle al trance de la muerte? El
silencio inquebrantable de la tumba impide dar
respuestas satisfactorias. |
Sin duda
conocemos sólo una parte de la realidad, y los fantasmas
tienen con toda seguridad una explicación no reñida con
las leyes físicas, pero hay un aspecto que interesa, que
apasiona en muchos sentidos, y es el de sus motivos para
«volver».
¿Qué razón los mantiene
en el terreno incierto, en la frontera tenue que separa
los dos mundos? ¿Qué les retiene a unas paredes que
ocuparon en vida? No siempre son sucesos dramáticos o
crímenes monstruosos; con frecuencia son personas que
llevaron una existencia apacible y que por un extraño mecanismo
energético que desconocemos se dejan ver en actitudes normales,
en su sillón favorito o en la postura que les era
habitual.
¿Hasta qué punto los
ambientes quedan «impregnados» de la personalidad física
del que vivió allí? Hay todo un material apasionante para
el estudio, para la investigación, un material demasiado
sutil e inaprensible. Sin embargo, es preciso iniciarla,
relatar los clásicos experimentos, los célebres casos,
los famosos espectros. Y estudiar, incluso, la
posibilidad de que una parte de nosotros, tal vez «fantasmal», nos
sobreviva al trance de la muerte. Comenzaremos planteándonos
una pregunta simple, pero cuya respuesta exacta no ha
podido hallarse todavía: ¿Qué es un fantasma?
A través de toda la literatura que existe
sobre el tema, no es posible encontrar una definición
clara y sistemática que dé cumplida cuenta a la pregunta.
Más bien lo que han pretendido los autores que han
aludido a esta temática ha sido dar diferentes tipos de
explicaciones, más o menos complejas o artificiosas,
acerca del por qué la gente ve «fantasmas».
Una Encuesta
Inquietante
Hasta la creación en
1882 de la Sociedad para la Investigación Psíquica de
Londres, los científicos no se habían preocupado del
estudio de ese fenómeno, tan común en todo tipo de
culturas, que viene denominándose secularmente con los nombres de
aparición, espectro, fantasma, etc... En esta Sociedad
británica confluyeron un buen número de intelectuales y
científicos de la época, procedentes, en su mayor parte,
de la Sociedad Dialéctica de Londres y de la Real
Sociedad Británica, entidades que albergaban en su seno a
los más prestigiosos hombres de ciencia de Inglaterra.
La SPR decidió llevar a cabo un censo
de todos los casos que le fueran remitidos en los que
hubiese tenido lugar la visión, en estado de vigilia, de
la imagen o fantasma de algún amigo, familiar, o
situación que pudiese ser constatada de alguna manera. A
esta tarea se la designó con el nombre de «Censo de
Alucinaciones». En el Congreso de Psicología Experimental
celebrado en París en 1882 se aprobó el proyecto general de dicho
censo, cuyas tareas fueron encomendadas a Henry Sidgwik,
Alice Johnson, Frederick Myers, Frank
Podmore, la esposa de Sidgwick y a A. T. Myers.
El texto de la pregunta era el
siguiente: «¿Ha tenido usted alguna vez, cuando creía
estar completamente despierto, la impresión intensa de
ver a un ser viviente o un objeto inanimado, de sentir su
contacto o escuchar alguna voz, sin que, hasta donde
pudo descubrir, esta impresión se debiera a ninguna causa
física exterior?» A aquellos que respondieron
afirmativamente se les remitió otro formulario, pidiéndoles
detalles de sus experiencias. En total se recibieron 5.705
respuestas de las cuales fueron seleccionadas 688. Los resultados
demostraron que casi el 10 por 100 de las personas
sometidas a la encuesta habían experimentado fenómenos de
la especie descrita en la pregunta. El grupo de casos
que aparecía con mayor frecuencia eran aquellos que
anunciaban la muerte de algún amigo o pariente.
Después de la confección del censo era preciso
dar una explicación a los hechos que se habían podido comprobar
estadísticamente. Así, varios de los más destacados
miembros de la Sociedad para la Investigación Psíquica de
Londres comenzaron a elaborar hipótesis explicativas
sobre el fenómeno de las apariciones fantasmales.
Dramatizaciones
De Ultratumba
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El terror a los fantasmas está
plenamente justificado, ya que el testigo, en la
mayoría de los casos, pierde sus puntos de
referencia con la realidad cotidiana
mientras presencia la aparición. |
Para Tyrrell, miembro de la SPR, el origen de
la visión espectral podría ser explicado acudiendo a la analogía
de un «montador escénico» y de un «productor», a los que
asigna papeles importantes para la representación del
drama, que nos hacen ver el mensaje en forma de
alucinación fantasmal.
Este autor,
quizá el tratadista moderno más destacado en el tema de
las apariciones, hace una fecunda clasificación de las
mismas, dividiéndolas en: experimentales críticas,
postmortem y espectrales. Ilustraremos, mediante un breve
ejemplo, el contenido de cada una de las mismas.
Denomina Tyrrell con el nombre de
experimentales las apariciones en que un sujeto, al que vamos a
denominar agente, intenta hacer visible su doble, o espectro
fantasmal de sí mismo, a otro sujeto o grupo de sujetos que
llamaremos percipientes. Veámoslo con un caso tomado de la
recopilación hecha por G. N. M. Tyrrell del «Censo de
Alucinaciones»:
«El viernes primero de
diciembre de 1882, a las 21:30, quedé a solas en una
habitación y me senté junto a la chimenea; hice un
esfuerzo tan intenso para concentrar mi mente en el
interior de un casa de Kew..., en la cual vivía la señorita V
con sus dos hermanas, que creí realmente estar en la casa.»
«Esa misma noche, cuando me fui a la cama,
decidí que estaría en el dormitorio del frente de la casa ya
mencionada a las 24, y permanecería allí hasta haber hecho
perceptible mi presencia espectral a sus moradores.»
»Al
día siguiente, que era sábado, me trasladé a Kew..., a
pasar la tarde, y encontré a una hermana casada de la
señorita V. (cuyo nombre era L. El narrador la había visto sólo
una vez anteriormente). En el curso de la conversación (aunque en
ningún momento pensé dirigirle pregunta alguna sobre el
tema me contó que la noche anterior me había visto
claramente en dos ocasiones. La señorita L. había pasado
la noche en Calrence Road (así se llamaba la calle de la
señorita V.) y durmió en el cuarto de enfrente. Alrededor
de las 21:30 me había visto en el pasillo que va de una
habitación a otra; y a las 24, todavía despierta, me vio
entrar en el dormitorio y caminar hasta acercarme al lugar
donde ella dormía; después había extendido mis manos hacia su pelo
(que es muy largo). Me dijo también que después la aparición
le tomó una mano, y se quedó mirándola atentamente,
acerca de lo cual ella había comentado: "No necesita leer
las líneas, pues yo nunca he tenido preocupación
alguna." Entonces, había despertado la señorita V., que
dormía con ella y le había contado todo.»
Cuando Menos Se
Espera
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Se ha demostrado que las apariciones se
agrupan, en su gran mayoría, en torno al momento de la
muerte del agente, decreciendo el tanto por ciento de
las mismas a medida que nos alejamos en el tiempo
del instante preciso en que ocurrió el crítico
trance. |
En las «apariciones críticas», en
cambio, es el agente el que pasa por un momento difícil,
que comunica al percipiente. Este, en la alucinación
telepática, reconoce la imagen del amigo o familiar
portador de tan trágica situación. Un ejemplo ilustrará
al lector la aparición que en tal trance se produce. Este
caso ha sido tomado de las actas de la SPR El medio
hermano de la percipiente (ella se refiere a él como a su
hermano), que era aviador, fue derribado en Francia el 19 de marzo
de 1917, en las primeras horas de la mañana. Ella se
encontraba entonces en la India:
«Mi
hermano –refiere– se me apareció el día 19 de marzo de
1917. En este momento yo estaba cosiendo o, tal vez,
hablando de mi hijito; no puedo recordar exactamente qué
estaba haciendo en ese preciso instante. El niño estaba
en la cama. De pronto tuve una extraña sensación de que
debía volverme; al hacerlo vi a mi hermano Eldred W. Bowyer-Bower.
Creyendo que era él en persona y que podía haber sido
enviado a alguna misión a la India, estaba simplemente
encantada de verlo; me volví rápidamente y acomodé al
niño en un lugar seguro de la cama para poder dejarlo
solo e ir a hablar con mi hermano; después giré de nuevo
sobre mis pies, extendiendo una mano hacia él, cuando me
di cuenta de que ya no estaba allí. Pensé únicamente que
estaba bromeando conmigo, lo llamé a gritos y comencé a buscarlo
por todas partes. Solamente cuando me convencí de que no podía
encontrarlo, comencé a sentirme asustada, y a pensar,
horrorizada, que podía haber muerto. Me sentía aturdida y
enferma. Creo que fue hacia las 14 cuando bautizamos al
niño. Estando en la Iglesia tuve la sensación de que mi
hermano estaba allí; pero no podía verlo. Dos semanas más
tarde me enteré por los diarios que había desaparecido.
Todavía no puedo hacerme a la idea de que ya no existe.»
Este caso nos pone de manifiesto
algunos aspectos singulares de las apariciones críticas.
Entre ellos se destaca que el fantasma de la aparición
semeja un ser vivo, vestido como iría habitualmente. En
nuestro caso el fantasma es tomado por su hermano de
carne y hueso que viene a visitarla. La aparición es tan
real y vívida que al desaparecer el fantasma de su
hermano, ella piensa que éste se ha escondido y está bromeando
con ella.
Otro aspecto
interesante que nos trae a colación este caso es el hecho
de que la aparición no surge cuando el individuo es
presa de algún presentimiento o deseo con respecto al
agente, sino que ésta irrumpe en el momento que menos se la
espera, frecuentemente mientras que el individuo está ocupado en
sus tareas cotidianas.
Otro
tipo serían las apariciones «post mortem», que son
aquellas que tienen lugar una vez que han transcurrido más
de doce horas de la muerte del agente, ya que se considera que
puede haber un retraso en la información telepática de unas doce
horas. Si la aparición «post mortem» estuviera dentro de
este plazo, es decir, antes de las doce horas, sería una
aparición crítica y no «post mortem». El siguiente caso,
extraído igualmente de las actas de la SPR, servirá para
ilustrar este singular tipo de apariciones:
«No Ha
Salido Por La Puerta»
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Las propias creencias, la fe, la educación
moral, la misma idea que poseemos acerca de lo que
pueda ser un fantasma, pueden influir sobre el
sujeto, quien interpretaría de acuerdo con estas ideas
preconcebidas la imagen espectral y hasta las palabras
escuchadas. Las apariciones religiosas son un ejemplo vivo
de lo que decimos. Difícilmente encontraremos una niña
de religión protestante a la que se aparezca la
Virgen María. |
«La señora P. y su marido se habían
acostado, pero ella, envuelta en un salto de cama, estaba
recostada en la parte exterior de la cama, esperando el
momento de alimentar a su hijito, que dormía en una cuna
próxima. La luz estaba encendida todavía, y la puerta de
la habitación cerrada.» La percipiente sigue relatando:
«Estaba justamente tratando de incorporarme cuando, con
asombro mío, vi parado a los pies de la cama a un
caballero que vestía el uniforme de los oficiales navales y
llevaba una gorra de marino con visera muy prominente. Por la
posición de la luz, el rostro quedaba en la sombra para mí, lo
cual se acentuaba a causa de que el visitante permanecía
con sus brazos apoyados en la barra de la cama. Yo estaba
demasiado asombrada para sentir miedo, pero simplemente
no comprendía qué podía ser aquello: inmediatamente
sacudí el hombro de mi marido (que dormía con la cara
vuelta hacia mí) y le dije: "Willie, Willie, ¿quién es?"
Mi marido se volvió para mirar hacia donde le indicaba y
permaneció durante uno o dos segundos contemplando al
intruso, en un estado de absoluta perplejidad; después gritó:
"¿Qué diablos está usted haciendo aquí?" Mientras tanto, la forma
se había incorporado y exclamaba ahora con una recia voz
de mando, aunque cargada de leve tono de reproche:
"Willie, Willie."
Observé
a mi marido; vi que su rostro estaba pálido y era presa de gran
agitación. Cuando me volví hacia él observé que saltaba
del lecho, como si se dispusiera a atacar a aquel hombre;
pero permaneció de pie junto al borde de la cama, como
embargado por el temor o sumido en una gran perplejidad,
mientras la figura se movía lenta y tranquilamente hacia
la pared que estaba en ángulo recto con la lámpara, en la
dirección de la línea punteada (en el relato se incluía
un diagrama). Al pasar por delante de la lámpara, una
sombra densa, como la que habría producido el cuerpo de una
persona al interponerse entre la lámpara y nosotros, se extendió
por la habitación, y, finalmente, la figura desapareció
dentro de la pared. Mi marido, que parecía muy agitado,
tomó la lámpara y volviéndose hacia mí exclamó: "Quiero
registrar toda la casa hasta ver dónde se ha metido." En
ese momento yo también estaba demasiado agitada, pero
recordando que la puerta estaba cerrada y que el
misterioso visitante no se había dirigido hacia ella, se lo
hice notar: "No ha salido por la puerta". Pero mi marido no me
hizo caso; sin detenerse descorrió el cerrojo, se lanzó fuera
de la habitación y registró toda la casa.»
Una vez que hubo desaparecido la imagen
espectral, surgieron las preguntas a cerca de qué anunciaría dicha
aparición. La señora P. se mostró muy preocupada, pues
pensaba que tal vez su hermano, que servía en la Marina,
habría sufrido algún accidente. Pero su esposo la calmó
por completo al indicarle que el espectro que había visto
no era otro que el fantasma de su padre. Su relato
continúa de la siguiente manera: «El padre de mi marido
había muerto hacía catorce años: Había sido oficial de la
Marina en su juventud.»
El sentido
de la aparición, le fue narrado, una semanas después, a
la señora P. por su marido, contándole a este respecto
que habiendo atravesado por una crisis financiera, se
propuso aceptar los consejos de un individuo que, si los hubiese
llevado a cabo, le habrían costado la ruina. Gracias a la
aparición de su padre se negó a prestar oídos a tan vil sujeto.
El último tipo de apariciones con el
que cierra Tyrrell su clasificación, son los espectros o
fantasmas que aparecen en el lugar que ocuparon en vida.
Una Persistencia
Inexplicable
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Para Tyrrell, miembro de la SPR, el origen
de la visión espectral podría ser explicado, como nos
sugiere este impresionante cuadro de Victoriano
Briasco, aludiendo a la analogía de un «montador
escénico» que nos hace ver el mensaje misterioso en
forma de alucinación fantasmal. |
El ejemplo que exponemos a continuación también
ha sido tomado de las actas de la SPR:
Veamos el nuevo relato: La percipiente, su
marido, su hijastra y dos hijos más pequeños vivían con sus
criados en una casa aislada que aún no hacía veinte años que había
sido edificada: «Llevábamos tres semanas en ella –relata–
cuando una mañana alrededor de las once, mientras yo
practicaba en el piano del salón, tuve la siguiente
experiencia: sentí de pronto la impresión de que una
persona me estaba mirando a través de la rendija de las
puertas plegables que estaban a mi izquierda; creyendo
que sería un visitante, me levanté y fui hacia el
pasillo, pero no había nadie y la puerta del vestíbulo, que era de
vidrio, estaba cerrada. Sólo alcancé a ver la mitad superior
de una figura que parecía ser la de un hombre de
semblante pálido y cabello y bigotes negros. La aparición
sólo duró uno o dos segundos, pero vi la cara tan
claramente que aún podría reconocerle aunque lo viera
rodeado de gente. Me produjo una fuerte impresión. Era
imposible que nadie se acercara a la casa sin ser visto
no oído.»
«... Más adelante,
alrededor de las 8:30 de una mañana del mes de agosto del
mismo año, fui al salón para retirar algo del aparador;
al darme la vuelta, alcancé a ver la misma figura en el
balcón, frente a las persianas, que estaban corridas.
Tampoco ahora pude ver más que la parte superior de la figura, que
parecía estar en una posición algo encorvada; esta vez la luz
venía del vestíbulo y del comedor, y no daba directamente
en el balcón, pero me permitía distinguir perfectamente
el rostro y la expresión de los ojos... Días más tarde,
en ese mismo mes, estaba en el jardín jugando al criquet
con mis hijos. Desde mi posición, próxima a la entrada,
podía distinguir el interior de la casa a través de un
pasillo y del vestíbulo hasta la puerta de entrada. La
puerta de la cocina se abría a este pasillo. Vi claramente la
misma cara que me observaba a hurtadillas desde la puerta de la
cocina, sólo la mitad superior de la figura. Arrojé el palo
al suelo y corrí hacia la casa.
Una de las criadas había salido y me di
cuenta de que la otra estaba arriba, en su dormitorio. Algo más
adelante, en ese mismo año, serían alrededor de las 20 horas
cuando bajaba sola por la escalera, y en ese momento oí una
voz que provenía aparentemente del lugar en que se
encontraban las habitaciones de mis hijos, cuya puerta
estaba abierta. La voz decía claramente, en un tono
profundo y pesaroso: "No puedo dar con ello." Entonces di
un grito llamando a mis hijos, pero no obtuve respuesta,
no me cabe la menor duda de que estaban dormidos. Mi
hijastra, que estaba abajo, en el comedor, y con la
puerta abierta, oyó también la voz, y creyendo que era yo quien
hablaba, gritó: ¿que estás buscando? Ambas estábamos
desconcertadas en extremo. Era absolutamente imposible que la voz
perteneciera a ninguno de los moradores de la casa. Las
criadas estaban en la cocina y mi marido había salido.
Algunos días más tarde, mientras bajaba por la escalera,
después de oscurecer, sentí una fuerte palmada en la
espalda. Me asusté mucho, pero no me dañó. No había nadie
junto a mi; bajé corriendo las escaleras y conté lo
ocurrido a mi marido y a mi hijastra. Esta confesó que
había tenido experiencias análogas, y la cara que había visto era
la misma que vi yo. Una vez, mientras jugaba con su hermano en
el rellano de la escalera, se le ocurrió mirar hacia
atrás por encima del hombro, y vio de nuevo a la misma
cara. En ese mismo momento su hermano gritó: «Mira, hay
un hombre en el rellano.»
Variedad Alucinante
Los fantasmas pueden presentarse visiblemente,
es decir, pudiéndose observar sus contornos e incluso el cuerpo
entero del mismo, o bien parcialmente visibles, como a
veces ocurría en las sesiones experimentales con las
médiums de principio de siglo, en que dichas
materializaciones fantasmales no quedaban del todo
conformadas, observándose torsos, manos, caras, etc.
También puede percibirse la presencia
de un fantasma a pesar de que éste no sea visible, bien
porque toca al percipiente y éste siente su contacto, o
porque observamos movimiento de objetos, golpes, voces.
La clasificación final quedaría, pues, de la siguiente
forma:
A)
Fantasmas visibles:
- Plenamente visibles.
- Parcialmente
visibles.
B) Fantasmas invisibles.
C) Fantasmas de vivos.
D) Fantasmas
de muertos.
E) Fantasmas con vida.
F) Fantasmas sin vida.
G) Fantasmas
dependientes de una persona viva.
H) Fantasmas independientes,
al parecer, de persona viva alguna.